Zapatero y Rajoy tenían más información que el resto de los mortales, claro que lo sabían, es lógico. Fueron soltando una palabra aquí, otra allá, los respectivos gabinetes comenzaron a lanzar globos sonda hasta que llegó el día. La banda terrorista ETA anunció, a través de un comunicado, el cese definitivo de la lucha armada.
El evidente debilitamiento de la banda provocado por la acción de la Policía, el apoyo real de Francia, y también, me gustaría creer, la ruptura ideológica de las nuevas generaciones que veían cómo los terroristas y sus cúpulas dirigentes caían a un ritmo vertiginoso han sido las principales causas que han culminado con esta noticia.
A partir de ahora, hay muchas estrategias que comienzan a tomar forma en forma de lluvia de comunicados oficiales como el de la portavoz de la izquierda abertzale, Mariví Ugarteburu, quien afirmó que "ha finalizado el conflicto armado, por fortuna, y es hora de afrontar el conflicto político, que no ha terminado, que sigue estando ahí", el Colectivo de Víctimas del Terrorismo del País Vasco (Covite) pide el fin “sin concesiones”, los partidos políticos con historial democrático coinciden en que se trata de una victoria de la Democracia, etc.
Es cierto lo que apuntó Patxi López cuando dijo que cincuenta años de terrorismo van a dar paso a la paz sin más. Ahora es el momento de seguir trabajando para que el deseo de todos los españoles caminemos en la misma senda de resolución de un conflicto que ha generado más de ochocientas víctimas mortales.
Es una sensación extraña, como si te hubieran hecho el mejor regalo de tu vida, sólo que no aciertas a alcanzar su valor. Te lo dije, es raro. Necesito tener una referencia para poder asimilar el significado del “cese definitivo de la lucha armada”. Es normal, ellos mataban mucho antes de yo nacer, con lo que no sé lo que es vivir sin leer, escuchar o ver una noticia en la que se habla de muerte. Extraño, pero me empieza a gustar.
