martes, 20 de diciembre de 2011

El agujero negro

Resulta curioso, al menos, intrigante. Debe ser por esa mala costumbre de pensar demasiado o como define algún pasaje de la Psicología de la Comunicación, se trata de un brote momentáneo de elevados niveles de necesidad de cognición. Europa tiene su despensa agrícola en Marruecos y Turquía, el desarrollo tecnológico en Alemania, el espacio de ocio en España, las sedes institucionales en Bélgica…

Me gusta el orden. Pero entonces, ¿qué hace una universidad canaria formando ingenieros de telecomunicaciones? Espera un momento que me he encontrado con una paradoja y me tengo que tomar un poco de tiempo.

Claro, ya está. Formamos a nuestros hijos para enviarlos a Alemania y nosotros reconvertimos a nuestros profesionales de la construcción en servicio doméstico y turístico para atender a los alemanes que vienen a descansar del estrés que supone el desarrollo tecnológico.

Schmid Reinhard
Realmente parece una hipótesis descabellada, pero creo que estamos haciendo algo mal. Invertimos una fortuna en formación universitaria de alta cualificación para que el provecho se lo lleven otros países. “Es que en Alemania me pagan 3.000 euros, aquí en mi país, trabajo doce horas por 900 euros y encima tengo que aguantar que me digan que soy un holgazán”, afirmó mi cerebro cuando volví a leer el inicio de este párrafo.

¿Aceptarán periodistas recién salidos de Udima en Alemania? Lo digo porque así podría aprender idiomas, descubrir nuevas culturas, ganar algo de dinero para poder ejercitar el ahorro y regresar a casa para tumbarme en la playa y que el ingeniero de turno me traiga unas cervezas. Tenía que haber seguido con teleco, pero es que soy tan holgazán que me decanté por pensar y no por la inteligencia.


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